¿Quién es el Mashíaj? (parte II)

Muchos segmentos de la sociedad consideran problemático el concepto de un rey mesiánico, aunque aceptan la idea de la redención. Ellos anhelan una época de paz y her­mandad universales, cuando las naciones “transformarán tus espadas en arados” [Yeshayah (Isaías) 2:4], pero les resulta difícil creer que un ser humano inspirará esta transformación. Se puede entender esta mentalidad. Al fin y al cabo, en la actual era democrática no existen reyes. En todo caso, el votante es rey. Entonces, naturalmente, todo el que ha sido educado en semejante sociedad se siente incómodo con un ser humano que se convierte en gobernante absoluto, como está destinado a ser el Mashíaj.  No obstante, decir que Mashíaj sólo significa un mundo mejor es una mera simplificación. La concep­ción popular generalizada del Mashíaj como una especie de ángel etéreo que descenderá un día de los cielos, contradice igualmente la imagen del Mashíaj que describen nuestras fuentes. Las palabras de la Tora y de nuestros Sabios abundan en enseñanzas que con toda legitimidad pueden entenderse como parábolas o alegorías. Pero la Halajá [ley] no está abierta a esta clase de interpretación: es literal. Y la Halajá  define al Mashíaj como un rey humano, un descendiente del Rey David que redimirá al pueblo judío y a toda la humanidad.

 

NO UNA ERA ABSTRACTA

Al analizar la llegada del Mashíaj, Maimónides no deja lugar a dudas; “En el futuro, el rey mesiánico se alzará y renovará la dinastía davídica, restaurándola a su soberanía inicial” [Leyes de Reyes 11:1]. Entonces, la primera tarea de este retoño humano de la interrumpida dinastía davídica restaurarla a su anterior soberanía. Del mismo modo, el profeta Isaías no habla con abstracciones, sino de un hombre, un judío, descendiente del rey David: “Un retoño saldrá del tronco de Ishai, y una rama crecerá de sus raíces” [ibíd. 11:1]. Además, este rey mesiánico “compelerá a toda Israel a marchar en [el camino de la Toráh] y reforzará las brechas en su observancia”. Y él “librará las guerras de Di-s… reconstruirá el Gran Templo… reunirá los remanentes dis­persos de Israel… y conducirá al mundo entero para servir a Di-s” [ibíd. 11:4]. El Mashíaj estará excepcionalmente desinteresado en el prestigio o el beneficio personal. Aunque es un hombre, es un hombre infundido con prodigioso poder Divino.

 

EL SECRETO DE LA CREACIÓN

¿Por qué debe llegar la redención por medio de un ser humano y no como una transformación universal en la que la humanidad adopta la santidad, la fe, la justicia y 1a recti­tud? Esta pregunta hace al secreto de la creación del hom­bre y la función del pueblo judío. Porque cabe preguntar: ¿Di-s no podía haber perfeccionado el universo sin los seres humanos? Di-s deseó que la tarea de refinar el mundo y prepararlo para su máxima función sea llevada a cabo por judíos, hombres de carne y hueso, que con su observancia de la Tora y sus mitzvot santificarían al mundo. Sólo por almas investidas en cuerpos puede cumplirse el deseo Divino: que el mundo se convierta en la morada de Di-s entre los mor­tales. El hombre es una síntesis de lo espiritual y lo material, un alma Divina en un cuerpo físico, dotado de libre albedrío pero limitado por naturaleza. El Mashíaj compen­diará esta síntesis, porque será de carne y hueso, pero “el espíritu de Di-s se posará sobre él…”. Perfeccionará el mundo pero no mediante milagros sino combinando la acción humana y la enorme fuerza Divina que posee. Sólo el Mashíaj puede redimir al mundo como lo desea Di-s.

 

EL MASHÍAJ EN CADA GENERACIÓN

¿Cómo se puede declarar Mashíaj a alguien? Por más audaz que esta declaración pueda parecer, en realidad se trata de una expresión evidente de la fe en el Mashíaj. Los que dudan que el Mashíaj es un ser humano de nuestra generación pueden imaginarlo como un ángel que en un lejano día caerá del cielo. Por eso, experimentan pánico cuando se les señala que quizás el Mashíaj sea alguien entre nosotros. No obstante, después de un breve estudio del tema, se advierte que así es precisamente como debe pensar un judío: el Mashíaj es un hombre de carne y hueso, un judío, un tzadik  sobresaliente, que está entre nosotros y espera que Di-s lo envíe a redimir a Su pueblo. Presumiblemente, la difundida renuencia a identificar a alguien como el Mashíaj surge de los falsos mesías de las generaciones recientes. Sin embargo, la lección a aprender de ese mesianismo no es la de dejar de creer en el Mashíaj.

 

EL TZADÍK DE LA GENERACIÓN

Muchas fuentes afirman que “en cada generación nace un descendiente de Iehuda que puede ser el Mashíaj” [Rabí Ovadia de Bartenura, Comentario a Ruth], “y cuando llegue el momento, Di-s Se le revelará… y entonces el espíritu oculto del Mashíaj se posará sobre él” [Jatám Sofer, responsa Joshen Mishpat, Likutim, capítulo 98]. Sdei jemed agrega: “Así, en cada generación, ellos especulan respecto de quién era” [Peat HaSadé, maaréjet alef: klal 70].

 

EL CARÁCTER DEL MASHÍAJ

¿Qué sabemos acerca del carácter del Mashíaj? Nuestras fuentes retratan una personalidad más grande aún que los gigantes de las generaciones previas. Sobre el versículo “He aquí que Mi siervo prosperará; será exaltado, ensalzado y muy elevado” [Yeshayah 52:13], Ialkut Shimoní comenta: “Este es el rey mesiánico… más exaltado que Abraham… más ensalzado que Moshé… más elevado que los ángeles”. “Muy elevado” significa también que el Mashíaj estará en un nivel superior al de Adám, porque la palabra hebrea meod (muy) tiene las mismas letras que el nombre Adám. No obstante, el Mashíaj alcanzará este nivel gradual­mente a medida que progresa la geulá. En efecto, respec­to de la frase “…hoy Yo te he dado a luz” [Tehil (Salmos) 2:7], que se refiere al Mashíaj, Midrash Tehilím afirma: “En el momento de la redención, el Mashíaj será como una per­sona renacida, porque recibirá nuevo poder”, y “Cuando llegue el momento, Di-s dirá… ‘Debo crearlo como una nueva criatura’”.

Las obras cabalísticas son inclusive más explícitas: El rey mesiánico será indudablemente un  tzadík, un ser humano nacido de padres humanos. No obstante, en ese día, su rectitud se incrementará… y entonces, en ese día especial que marca el fin del exilio, el alma del alma del Mashíaj — “almacena­da” en el  Gan Edén [desde tiempo inmemorial]— le será restaurada a ese tzadík, y él será privilegia­do con ser el redentor. Esto se asemeja a Moshé Rabeinu, quien nació de padres humanos y progresó lentamente hasta perfeccionar la parte de su alma a la que se refiere la frase “… hoy Yo te he dado a luz” al alma del alma, que entonces nacerá. [Rabí Jaím Vital, Arbá Meoi Shékel Késef, pág. 78]. Del mismo tenor es lo que escribe Jatám Sofer: Así como Moshé Rabeinu, el primer redentor, alcanzó “Los ochenta [pero todavía] no sabía ni sen­tía que redimiría a Israel… así sucederá con el redentor final. …y cuando llegue el momento, Di-s Se le revelará, y el espíritu del Mashíaj, que ha estado oculto en los mundos superiores hasta su lle­gada, brillará sobre él. El tzadík mismo no lo advierte. No obstante, cuando, Di-s quiera, llega el momento, Di-s Se le revelará como lo hizo ante Moshé en la zarza” [Likutím, responsa Joshen Mishpat, cap. 98].

El Zohar afirma que cuando llegue la redención, el Mashíaj despertará. Rabí Jaím Vital explica: 2Será como si hubiera estado dormido, pero cuando reciba el alma del alma, despertará y ganará el poder de la profecía… Entonces el Mashíaj merecerá esa alma y reconocerá que él es el Mashíaj… Pero otros no lo reconocerán… Entonces el Mashíaj se revelará por completo y todo Israel lo reconocerá y se reunirá en derredor de él” [Citado en Or Hajama]. Así, al principio ni siquiera el Mashíaj sabrá que es el Mashíaj. A medida que avanza, sin embargo, recibirá poderes superiores. En el momento en que le sea concedi­da el alma del Mashíaj, escondida bajo el trono Celestial, sabrá que es el Mashíaj, pero nosotros no lo sabremos hasta que él se revele y alcance la perfección.

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"Moshé recibió la Torá en Sinái. Y la transmitió a Iehoshúa, y Iehoshúa a los Zeqením, y los Zeqením a los Neviím, y los Neveiím la entregaron a los hombres de la Gran Asamblea" (Tratado Avot).